27/12/12

¿Cómo defendernos del mal si lo amamos tanto? ¿El masoquismo es algo que viene apegado a mi persona, o en términos generales el misterio enamora? Amo y odio sus reacciones repentinas, su forma de ser tan impredecible, sus respuestas despreocupadas frente a mi situación estresante, que prometa un futuro sin tener un presente, que contradiga sus acciones con sus palabras. Me apega tanto el saber que todavía existe un lugarcito en su pecho al que pertenezco, me abraza hasta asfixiarme y luego me libera a la intemperie, a ser una más nuevamente. El cambio abismal de tenerlo a no tenerlo no me ha producido efecto, será que nunca lo tuve del todo, y nunca lo dejé de tener. Es el segundo en el que respiro hondo, mi propósito para tranquilizarme, para saber que luego de todo el ridículo y de todo lo que pueda ser a veces incontrolable tengo un abrazo, una palabra, una canción desafinada o un recuerdo que me reconforte. Me molesta demasiado no tener el control sobre mi propio destino, no saber de que manera va a repercutir tal o cual cosa, si una palabra va a afectarle mas de lo debido. Debo tomar todo con pinzas para no herirlo, para que no se vaya para siempre. ¿Qué no daría por tenerlo un segundo más, por que sea mas mío que de nadie y por tener la certeza de que no va a abandonarme? Mi vida entera. El foco de mi control, el objetivo a corto plazo fue perdiendo su peso y necesito recobrarlo, mi cabeza es un desastre y mi vida se aprendió a amoldar a ello con su llegada. No comprendo como todo puede volver a tener un significado. Él me hace sentir viva, y no necesariamente haciéndome sonreír. Amé pasar por todo tipo de situaciones, llorar, sonreír, sentir nervios, impotencia, bronca, deseo. Esos altibajos me hicieron vivir lo que estos cortos dieciseis años estaban esperando. Pero poco a poco me extingo.

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